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En un contexto en que el cine argentino enfrenta enormes desafíos, “Fuera de Campo” se plantea como una respuesta política frente al vaciamiento del “Festival Internacional de Cine de Mar del Plata”. Para conocer más, conversamos con Jerónimo Quevedo, productor y organizador del festival, quien comparte cómo surgió esta iniciativa y su mirada sobre la edición 2025.

Por Camila González Revoredo para Estudio Silver

 

Estamos viviendo un momento en el que el cine parece hablar con una sola voz. Algunas plataformas y algoritmos de streaming empujan hacia un mismo tipo de relato, con ritmos, tonos y estéticas que buscan funcionar en cualquier parte del mundo. Lo local se vuelve decorado, y las diferencias se disuelven en una especie de “lenguaje neutro” que garantiza circulación pero empobrece la mirada. Incluso el llamado “cine de autor” cae a veces en su propia fórmula internacional, con ese estilo reconocible que los festivales celebran. Todo se vuelve homogéneo, previsible y cómodo. Sin embargo, en los márgenes, todavía hay quienes filman contra la corriente, desde lo mínimo, lo fragmentado o lo íntimo, recordando que el cine no nació para parecerse a todo lo demás, sino para mirar distinto.

Esto promete Fuera de Campo, que se celebra del 6 al 11 de noviembre de 2025 en Mar del Plata, Argentina. En su web, donde puede consultarse la programación, se presentan así:

“Fuera de Campo nace de la iniciativa de un grupo autoconvocado de directores, productores, críticos y trabajadores de cine. Frente al ataque a la cultura perpetrado por el gobierno.”

Y más adelante afirman:

“De eso se trata todo: de la soberanía. Tener un cine propio, financiado por un sistema virtuoso y con ventanas de exhibición nacionales significa poder contar nuestras propias historias y mostrar nuestras propias imágenes, sin que deba importar la aprobación de ningún ente extranjero. Para poder defender nuestro cine tenemos que estar organizados.”

Jerónimo Quevedo es productor y organizador de Fuera de Campo, fundador de la productora “Un Puma”, junto a Victoria Marotta, desde donde ha impulsado películas y cortometrajes que recorrieron los principales festivales del mundo. Hoy produce los nuevos proyectos de cineastas como Martín Shanly, Hernán Rosselli, Federico Luis y Agustín Toscano. Con mucha generosidad, Jerónimo nos responde algunas preguntas sobre la edición 2025 de Fuera de Campo.

 

¿Cómo nació Fuera de Campo? ¿Qué desafíos implicó organizarlo frente a un contexto tan adverso? 

Lo primero que nos motivó a llevar adelante la acción fue encontrar un terreno fértil a través de las películas, para darle visibilidad a la situación absolutamente crítica que atraviesa la industria. Se profundizó con el Mileismo, pero ya venía de varios años de un lento o moderado deterioro. Entonces, eso fue un poco el disparador. 

Teniendo en cuenta que 2024 fue muy hostil para todos los proyectos que buscaron el apoyo del Instituto para comenzar a desarrollarse, y que había muchas incógnitas alrededor de cómo se iba a orquestar este nuevo Instituto de Pirovano.

Lo cierto es que ahora pasó un año y vemos que las decisiones que se han tomado son básicamente una peor que la otra.  

Para nosotros el INCAA tiene al Cine Argentino en estado de abandono y el espacio donde proyecta dicho abandono es a través del Festival de Cine de Mar del Plata, sin lugar a dudas.

¿Cuál es el vínculo de Fuera de Campo con el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata?

La relación en términos de vínculo con las autoridades es nula. El año pasado, cuando organizamos “Contracampo”, nombre con el que se conocía el festival en su primera edición, hubo una serie de charlas: invitamos a los directores del festival y también a Pirovano a debatir con nosotros; pero unas horas antes de que esa charla comenzara, todos se dieron de baja y desde aquel momento no volvimos a hablar.

Una de las cosas más importantes que tuvo “Contracampo” en 2024 y esperamos que la tenga “Fuera de Campo” en 2025 es trabajar en ese espacio que hoy en día el Festival de Mar del Plata ocupa con desgano, con desidia y con abandono.

La ciudad de Mar del Plata como garante de lo mejor del Cine Argentino es algo que no podemos perder. Si el Instituto de Cine, a través de la producción de este festival, se desinteresa absolutamente me parece que es clave que aquellos que somos parte de la industria ocupemos la ciudad, de la forma que se pueda, con películas. 

 

¿Qué pensás del uso de inteligencia artificial en la promoción del Festival Internacional de Mar del Plata? ¿Es solo una anécdota o un síntoma de algo más profundo?

El problema no es la inteligencia artificial, sino la falta de criterio y el mal gusto para utilizar la herramienta. Me parece un poco sesgado de nuestra parte creer que hay herramientas narrativas con las que sí, herramientas narrativas con las que no. Creemos en el cine ‘analógico’, en el sentido de que sigue habiendo gente detrás y delante de las cámaras. Las cámaras no van a desaparecer y en todo caso la inteligencia artificial tiene que ser una herramienta más para capitalizar en función de mejores películas. Acá el problema es que está utilizada con un espantoso mal gusto para generar este tipo de comunicación. 

Esta respuesta es a criterio personal, seguramente haya gente que integra “Fuera de Campo” que no piensa lo mismo que yo; pero en esas diferencias encontramos maneras de enriquecer el discurso.

En el manifiesto que compartieron en redes sociales hay una frase potente: “Tener un cine propio significa poder contar nuestras propias historias”. ¿Qué significa hoy “cine nacional”? ¿Esto se refleja en la curaduría del festival?

Creo que es un poco problemático dar definiciones alrededor de este tipo de frases que efectivamente son muy potentes. En todo caso el ejercicio que hay que hacer es al revés. Es asistir a “Fuera de Campo”, mirar la mayor cantidad de películas posibles, ver de qué manera se organiza esa curaduría. Nosotros trabajamos para que sea lo más federal posible, con una lógica diversa, con múltiples historias sobre distintos hechos que suceden en nuestro país.

Una vez que uno vea esas películas, pensar si hay un cuerpo que se puede definir como un cine propio.

Es una pregunta más interesante para hacer una vez que se han proyectado las películas y se reflexione. Efectivamente, sí puede pensarse en una lógica colectiva alrededor de esa curaduría.

 

¿Por qué las personas deberían acercarse a participar del festival?

Primero y principal porque vamos a proyectar 25 películas que son impresionantes, son verdaderamente impresionantes. Echan por tierra un montón de prejuicios que existen alrededor del Cine Argentino.

Creo que como dice la canción, hay que “dejar la casa y el sillón” y volver a construir comunidades y habitar espacios colectivos. Esto no es un festival de cine, es una acción política habitando un espacio que el festival de Mar del Plata está dejando vacío. 

Hay que ir al cine, ver las películas, discutirlas y habilitar la posibilidad de volver a entusiasmarse con aquello que a cada uno le entusiasma del cine. Ya sea hacerlo, pensarlo o verlo.

 

¿Qué esperás que genere “Fuera de Campo” por fuera del evento?

Creo que lo mejor que puede pasar con respecto a “Fuera de Campo”, por fuera del evento, es que multiplique las discusiones con respecto a qué se ha hecho, qué se hace y qué tenemos que hacer con una industria tan pujante como la industria del Cine Argentino. Todo aquello que habilite discusiones, que sean siempre polémicas, que nos haga pensar más y mejor alrededor de nuestra industria y cómo sacarla de este embrollo.

Me parece que si Fuera de Campo generase eso a partir del 11 de noviembre, podemos garantizar que esta edición ha sido un éxito. Y después empezar a encontrar respuestas acerca de cómo llegar al público argentino para que vean las películas que se hacen acá. 

Estamos seguros de que no es un problema ni de talento ni de calidad de las obras, sino un problema de alcance.

Una acción política como la de Fuera de Campo, que se sostiene a través de las películas, si puede generar ese entusiasmo, es un empezar, ¿no?