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Una semana, tres países, dos idiomas y una red de personas conectadas por el deseo de contar una historia. Así fue subtitular un documental a distancia en tiempo real durante la etapa de producción de un documental. 

Hace unos meses me contactó una productora australiana que estaba haciendo un documental.

La primera parte ya se había filmado en Japón y esta segunda se iba a rodar en México, en apenas cinco días.

En Ciudad de México se contrató a una productora local para gestionar las locaciones, el alquiler de cámaras y demás equipos, y coordinar todos los rubros técnicos.

Ni el director, ni los editores, ni nadie del equipo australiano hablaba español, y los protagonistas mexicanos no hablaban inglés fluido. Así que las visitas a locaciones, las reuniones de producción y las charlas previas al rodaje estaban mediadas por un intérprete.

Tuve la primera reunión con ambas productoras un día de semana, casi a la medianoche para mí —mañana de Australia—. Durante los días de rodaje en México, tenían que armar un corte preliminar y, para eso, necesitaban todo el material crudo subtitulado en inglés de un día para el otro.

“Is that doable?”, preguntó Sam.
“Is it?”, pensé.

Venían de una mala experiencia con la traductora japonesa, y me puedo imaginar por qué.
Les dije que podía armar equipo para recibir y procesar el material rápidamente, pero necesitaba una estimación de cuántas horas de crudo tendríamos por día.

Pensé un workflow que nos permitiera trabajar casi en tiempo real…

Con la función de armado automático de plantillas de EZ Titles, generaba la plantilla temporizada en español. (¿Cuánto amamos a EZ Titles? Infinito). De ahí, exportaba el SRT, lo abría en bloc de notas, copiaba el texto con timecodes y lo procesaba en DeepL. Revisaba el texto —y sobre todo los timecodes—, pegaba todo de nuevo, guardaba el archivo, lo reimportaba en EZ Titles y exportaba un .ezt para mandarle al traductor del equipo, que hacía el primer playback, revisaba la traducción, reescribía lo necesario y chequeaba la temporización. Después me mandaba el archivo y yo hacía la revisión final de temporización, segmentación y traducción.

Recibíamos el crudo desde México a media mañana (hora Argentina), lo procesábamos, y al final del día —cuando ya eran las 11 de la noche y la cabeza no daba más— enviábamos los archivos finales al editor en Australia, que recién estaba empezando su día.

Fueron cinco días intensos de trabajo en equipo, de jueves a lunes. 

En el medio, un día se cayó la conexión de internet; otro, se rompieron los auriculares y tuve que usar unos viejos. Pero la experiencia fue espectacular y fue la primera vez que trabajé prácticamente en vivo.

Espero ansiosa la salida del documental para ver el resultado final.

El subtitulado es una parte pequeña dentro de la gran conjunción de talentos y voluntades que implica hacer una película. Pero igual me siento parte. Y me emociona.